#Amistad
Así, con este texto, terminaba mi anterior post.
“Ayer sufrí un ataque de pánico y miedo. Mi corazón se aceleró provocándome una taquicardia que me llevó a buscar el aire de la calle mientras esperábamos, en el restaurante, la cena de fiestas.
Tuve la suerte de estar cerca de dos de mis mejores amigos y hoy he estado pensando en el verdadero significado de la palabra amistad. Esta historia y las lecciones que me esta dejando os la contaré en otro post porque para mi no hay nada mejor que sacar lo que llevo dentro y exponerlo como quien pone a secar su ropa interior en el tendedero de la ventana”
y como uno es de cumplir y sacar su trapos al tendedero para que se ventilen bien, ahí va lo que esa taquicardia me ha recordado.
La última ruptura sentimental que tuve me dio duro y me sigue dando demasiados rompimientos de cabeza. Cada uno pasamos el duelo como buenamente podemos o sabemos. Unos se recuperan al instante, otros en unos días, otros semanas y algunos tardamos meses pues de golpe nuestro subconsciente es capaz de llevarnos a lugares no deseados.
Estábamos plácidamente pidiendo unas cervezas para recoger la cena y llevarla al local donde cenamos cuando algo me vino a la cabeza y me llevo a esos dolorosos momentos que sufrí en soledad. No se porque pero mi cuerpo empezó a acelerarse notando que el calor subía y mi corazon corría como si estuviera subiendo el col de Peyresourde. Se empezaron a amontonar en mi cabeza, como en un vertedero se amontonan los camiones de mierda, esos pensamientos negativos y esos ¿por qué? que mi mente racional volvió a recordar buscando una explicación a algo que no la tiene.
Dan igual los pensamientos, da igual el desenlace, da igual todo lo que sucedió pues esa lucha la acabaré ganando yo. Me gano una batalla que no esperaba tener pero eso no quiere decir que uno se rinda y tire la toalla, como el entrenador de un boxeador que lo ve derrotado en el décimo asalto, para caer en la depresión. Quien me conoce un poco sabe que soy positivo y optimista por naturaleza. Siempre encuentro un camino por donde salir de las adversidades. Algunas veces me lleva mas tiempo pues, si bien soy muy eficiente en esas luchas laborales, soy ineficaz cuando se trata de cuestiones del corazón. Todo es mejorable y en ello estoy.
Y digo que todo daba igual por el maravilloso hecho que viví unos minutos mas tarde cuando se abrió la puerta del restaurante y salían con la cena mis dos acompañantes de aventuras de vida.
Txema, estas bien? Supongo que además de la preocupación evidente por la manera de salir del restaurante estaba la suposición de que después de unos días de desconexión con la realidad y bastantes excesos en cuestiones de bebida y nocturnidad mi organismo lo estaba padeciendo.
Me sorprendió a mi mismo la respuesta pues, en la normalidad de la vida de un hombre, esa pregunta siempre tiene una única respuesta. “si, todo bien”. Pues para mi sorpresa no fue esa sino la siguiente,
“No, no estoy bien. Estoy roto por dentro e intento recomponerme. He cerrado heridas con las personas pero no conmigo mismo. Hace un tiempo alguien me dejó y entiendo la situación y eso lo tengo al 99% superado pero no logro superar lo mío, mi lucha interior por comprender que me pasa, porque sufro de esta manera, porque del apego, de que hago mal…
Y aquí uno de ellos me corto… tú no haces nada mal. No busques la culpa en ti porque estamos seguros de que te has comportado mucho mejor de lo que tú mismo crees. Te conocemos demasiado así que de culpable, nada. No te han valorado ni han llegado a conocerte como deberían. No puedo decirte nada que tu ya no sepas sobre las rupturas. Tenemos una edad y hemos vivido esa situación varias veces. Solo puedo decirte que estoy aquí, siempre, para lo que necesites llámame, charlemos, hagamos una cerveza, … ¿has estado donde trabajo? vente un día y te lo enseño”
Y ahí fue donde uno se da cuenta del valor de la amistad, de la amistad verdadera, no de la de vamos de fiesta y tomamos unas cañas. Conversaciones, risas, y caras que son parte de esa tranquilidad y felicidad que todos buscamos. Diría que la amistad es esa cueva refugio donde te puedes esconder para sanar de las heridas y recargar las baterías para salir de nuevo a la cancha de juego y mostrar que no te rindes, que algún día es posible que tengas la suerte de tener felicidad completa.
Mirando al pasado te das cuenta de cómo se forjan estas amistades y como dije en el post anterior te llevan a cierto grado de añoranza.
Mi recuerdo de esta persona viene desde parvulitos o incluso antes. Como el dice, hijos de las cooperativas (unos bloques de pisos hechos en dictadura para gente trabajadora). No tengo un solo recuerdo con él donde no terminamos a bofetadas, peleándonos, siempre. El llamándome mariquita y yo gordo. Quizás esas bofetadas, puñetazos, agarrones, revolcones y demás forjaron, en la pelea, una amistad que cada día uno valora más. Quizás, como en mi post #valor luchamos en esta vida no por el mundo sino por los hermanos de trinchera.
De la otra persona que estaba conmigo solo diré que su mirada cuando conteste con ese NO y explique un poco fue de resignación y apoyo. Yo imagino la lucha interna que él tiene con sus relaciones. Creo que hace tiempo que tiró la toalla y no se lo recrimino, es duro pasar momentos de duelo pero también reconozco que no conozco un tío más feliz y que haya encontrado la felicidad en esos otros placeres que nos da la vida como son la amistad, un buen vino y un buen chuletón.
Gracias a ellos dos por el apoyo constante estos días. Puedo decir que aun en momentos bajos, estas fueron unas fiestas muy especiales para mi. Disfruté como hacía años que no había hecho.
Gracias a ellas, las chicas del grupo. Nosotros agregados a un grupo por un matrimonio que empezó su andadura quedando unas fiestas para tomar una cerveza y de ello hace ya 17 años. Eso empieza a parecer ya una gran familia.
Y gracias a ellas dos, las lectoras privilegiadas de este blog que antes de cada publicación leen y me asesoran sobre el contenido. Ellas leyeron lo que pasó y me fueron de gran ayuda.
Una a través del whatsapp, siempre pendiente y transmitiendo todo lo que siente al leerme. La otra, un poco más loca, preocupada por como estaba, no dudo en coger el coche y pegarse una hora de conducción para presentarse sin avisar. No me soltó en toda la noche, ahí, como un clavo, dándome muestras de cariño y esperanza en que el mundo sigue y que yo puedo recomponerme y salir reforzado de esta estúpida situación en la que yo mismo me retroalimento con toxicidad. Gracias de verdad, fue reconfortante sentirse acompañado y querido. Todo eso que no he aprendido a mostrar esta ahí dentro y algún día saldrá a flote convirtiéndome en esa mejor versión de mi mismo que ando persiguiendo.
Gracias, gracias y gracias por perder vuestro bien más preciado, el tiempo, en leer estas líneas. Seguiré buscando inspiración para plasmar en letras las meditaciones y reflexiones que voy haciendo día a día.
pd.- tomaros 10 minutos de tranquilidad al día para poder dejar volar vuestra mente y reflexionar sobre lo que ha sido el día, lo que será el siguiente y sobre todo, para soñar en grande. La vida puede ser maravillosa, solo debes aprender a disfrutar del camino. Yo ya estoy en ello.