#batallar
Era así una vez …. así comienzan la mayoría de los cuentos y así comienza esta historia que, como la mayoría de esos cuentos, cuenta con héroes y villanos, princesas y ogros, ángeles y demonios. Así que vayamos allá con ello y adentrémonos en ese maravilloso mundo que todos tenemos en nuestro interior donde se producen las mas cruentas guerras y las mas lindas historias.
Todos tenemos un mundo interior en el que reinan dos estados. Por un lado tenemos el reino Cerebral, tan racional y serio que hace que nuestro día a día pase dentro de los estándares establecidos por la cúpula de ese poder fáctico (el villano malvadísimo de muchas historias) que no gobierna en ningún sitio pero impone y ejecuta sus teorías a través de la información que recibes de múltiples formas. Asia que tu reino de la razón cumple con su pago de tributos, impuestos, tasas y lo que haga falta para permanecer dentro de la “normalidad establecida”.
En la otra parte de tu mundo, muy alejada de ese reino perfecto que vive en tu mente, esta el reino de corazón, alocado, desmedido, arriesgado, imprudente y todos esos adjetivos calificativos que puedas imaginar cerca de la irresponsabilidad (si, como cuando te vas a tomar un café con leche sabiendo que eres diabético y la tentación te dice que eches los dos sobrecitos de azúcar pues la vida debe ser mas dulce)
En mi caso, como en el de muchas personas, existe un equilibrio entre los dos reinos aunque, de vez en cuando, el reino de corazón se impone al dominante reino de cerebral. Esto ocurre cuando los sentimientos no pueden ser apagados por el ejercito de bomberos que mandan a sofocar las llamas desde cerebral y las huestes de corazón consiguen avivar las llamas para que no decaiga esa hoguera de satisfacción, ilusión y gloria alcanzados por alguna conquista imposible que cae en el lado correcto de “la delgada línea roja” (Terrence Malick 1998) ya sea en el ámbito laboral o personal.
Ciñámonos al personal, cuando el ogro que llevas dentro, acompañado de un burro y el osado gato con botas, decide ir desde Cerebral a Corazón, y tras cabalgar por el agreste desierto de la soledad, encuentra una Campanilla como “Pan, viaje a Nunca Jamás” (Joe Wright, 2015)
Si, en “Nunca Jamás” porque en ese camino entre reinos, Cerebral te escolta siempre con su ejército de demonios que te fustigan constantemente con la propaganda institucional. Manipulando el mensaje, inundan todo el territorio con pasquines haciendo referencia a tus debilidades tipo “es mucho para ti” “dónde vas” “esa princesa no es para uno del montón” o la peor de todas “vas a hacer el ridículo”.
Y ahí llega la primera derrota de tus ejercito de buenos sentimientos por escuchar mas a esos malvados diablos que resuenan constantemente en tu cabeza que al ejercito de ángeles que, destino a Corazón, intentan que te atrevas a conquistar ese pedacito de porción de un territorio tan inhóspito como el de “Nunca Jamás”
La segunda batalla perdida es cuando esos argumentos “pasquistoides” son asimilados por tu propio ejercito con frases como “no es para mi”, “donde voy”, “te quieres centrar” ,“no pierdas el tiempo”. Tu ejercito de ángeles se queda bajo mínimos como sucede tras cualquier batalla y dos clamorosas derrotas. Solo te queda recoger a los heridos e intentar sanarlos en el hospital de campaña donde el cirujano, bien adoctrinado desde el reino Cerebral, te asegura que el tiempo y el reposo harán que vuelvas a estar bien dentro de la rutina rematando con la frase “te lo dije”
“un día de batalla es un día de cosecha para el diablo” - William Hooke
Y ahí quedas, convaleciente entre dos tierras (Héroes del Silencio- 1992) esperando que llegue la ambulancia de traslado y te lleve de regreso al reino de la monotonía, la racionalidad y la falta de estímulos. A seguir pagando religiosamente tus tributos para mantenerte dentro de los estándares que la sociedad demanda.
Camino de la ambulancia, y como en toda película que se precie marcada por un típico guion hollywoodiense, aparece el osado gato con botas con un mensaje de Campanilla. Y es en ese instante que llega el momento de #oportunidad. El momento de elegir camino. Ese preciso momento, aun sin recuperarte de todas tus heridas, que vuelve a generar una batalla interior entre el bien y el mal, entre el deseo y la racionalidad, entre el riesgo y la seguridad, entre la monotonía y la posible felicidad, entre ángeles y demonios.
“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo.... del miedo al cambio” - Octavio Paz
De ti depende como actuar, ¿te quieres rendir o quieres pelear? ¿quieres algo mejor o solo tranquilidad en la estabilidad de la monotonía? De ti depende, tu eres el gobernante.
Si optas por pelear recuerda que lo importante es un buen entrenamiento pues ayuda a mejorar tus condiciones y, de rebote, tus actuaciones. No te garantiza la victoria pero multiplica exponencialmente tus posibilidades de triunfar.
Te diré mas, ese entrenamiento no solo te puede llevar a conquistar algo en “Nunca Jamás". Aun siendo una batalla importante, es una batalla podrías ganar simplemente con fuerza de voluntad y motivación.
La verdadera victoria es la que darás en tu propio reino. Cuando realmente consigas vencer a los demonios que habitan en él y terminar con todas esas creencias limitantes que hacen que, aunque creas que avanzas, no solo te pasa la liebre sino que hasta la tortuga te gane por infinidad de cuerpos de distancia.
Es en el campo de entrenamiento del #crecimientopersonal donde debes formarte. Nadie nace enseñado y la formación, hoy día, debe ser continua y constante para enfocarnos en ser la mejor versión posible de nosotros mismos. Tus entrenos en inteligencia emocional, salud, aspecto físico, oratoria y tantas cosas mas harán que te conviertas en un “Navy Seal”. Con miedo a todo aunque con facultades adquiridas por ese entrenamiento para poder superar los obstáculos que vayan apareciendo.
“hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo”
Una persona me dijo que era un faro pues veía, cuando conversábamos de ciento a viento, todo aquello que anhelaba. Quería huir de lo que le rodeaba y solo recibía ánimos para cambiar desde un foco que, como dije antes, muy de vez en cuando le iluminaba.
“pégate a esa persona que tiene de lo que careces. Así vas a mejorar”
No olvides que aun saliendo derrotado en todas las batallas puedes ganar la guerra. La guerra que mantienes en tu interior por ser el gobernante de ti mismo. Nadie puede darte por derrotado mientras sigas teniendo, aunque sea tenue, un latido en Corazón.
Enfócate en crecer, avanzar, mejorar, prosperar y verás como las cosas se van dando. Sera en ese momento cuando te des cuenta de que vas ganando una guerra a pesar de las muchas derrotas iniciales. Sera entonces cuando seas el gobernante de tu mundo y lo dirijas hacia donde realmente quieres.
y hasta aquí por hoy. Como finalizan la mayoría de los cuentos
“colorín colorado, este cuento con segunda parte será contado”
Pd.- Esta licencia literaria de modificar el final del cuento es debida, en estos momentos, a que entendí la importancia del #crecimientoPersonal. La única manera de dejar de lado todas esas creencias limitantes, miedos y temores que te ofuscan hasta adentrarte en el lugar mas profundo y oscuro de tu mente es crecer y mejorar tu interior.
Esas creencias no te dejan avanzar hacia la conquista de lo que, posiblemente, sean los mejores días de tu vida. Todo mejora, solo necesitas aprender.
Así que recuerda
“la primera batalla que se pierde es aquella que no das”
Lucha y protege aquello que, poco a poco, conquistas pues sabes el bien que te hace y el valor que tiene.